Venezuela decadente: ¿Un satélite bajo la tutela de China?

Con una deuda externa de más de 21 millardos de dólares con China, entra en el «corpus» de la estrategia mundial del gigante asiático: posesionarse de las materias primas y asegurarse del comercio internacional de todos los lugares del mundo.

Los antiguos dueños del país fueron algunas de las siete grandes hermanas del negocio del petróleo. Desde el Gobierno de Isaías Medina Angarita comienza el rescate interrumpido de algo del sueño emancipador en el país. Se renueva durante el primer Gobierno de Carlos Andrés Pérez, con la nacionalización de la industria petrolera, la dirección homologa la calidad organizacional heredada de las transnacionales del petróleo, pero no las cualidades emprendedoras pues la extracción de rentas obstruye cualquier intento innovador.

Luego viene la experiencia del populismo autoritario conocido como “Socialismo del Siglo XXI” con lo cual los activos intangibles de la industria se fugan y descapitalizan y los tangibles se deterioran. Desde este momento la extracción de rentas estará al servicio del asistencialismo populista para la compra de la conciencia cívica del venezolano.

Venezuela, el país con las mayores reservas del mundo puede tener en el horizonte su escenario como satélite de los posibles dueños del mundo: China. China ha desarrollado su influencia imperial en África imponiendo, a cambio de inversiones directas y ayuda, la obligación de esos países de comprar a China casi exclusivamente, de modo que el gigante asiático sin invasiones, ni colonización clásica se apropia del mercado de bienes finales para sus productos y del mercado de materias primas y suministros (de manera preferencial) para su desarrollo.

Al contrario de los países africanos, Venezuela sin condiciones ha otorgando esas preferencias sin nada a cambio, es como quien vive de la venta de favores (su única renta) y le dice a quien le paga, dame lo que quieras que ya decidí dárselo sin formalidades. El caso es que esos fondos no se han utilizado de manera correcta y ni siquiera han servido para los mismos propósitos de China pues su aplicación en el país no ha recreado valor que asegure su pago posterior.  

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