Las penurias del sector formal productivo de Venezuela en un contexto de desorden cambiario

Estamos en un país con una “dolarización perversa”, pues tenemos una gran población de gente pobre que vive del sector informal, con un acceso parcial al mercado de bienes con precios regulados. Este grupo social sufre las consecuencias de la inflación, pero más todavía las del racionamiento de los bienes y servicios, pero emocionalmente tiene la percepción, de que al menos, existe la esperanza de acceder ese mercado racionado de bienes y servicios, en lugar de la incertidumbre de algo desconocido que nadie ha podido explicarle como proyecto factible de país. El resto del país sufre el empobrecimiento mayor, pues está excluido de ese mercado, tiene ingresos en bolívares y compra a precios en bolívares entre la tasa de cambio oficial y la del mercado negro. Existe un trasvase de recursos financieros y materiales desde el sector formal de la economía hacia los mercados negros, donde esos recursos sufren destrucción, ya que en esos mercados no se producen bienes, ni se mejora la eficiencia de los servicios.
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Los males de la asfixia regulatoria, con emisión de monedas y billetes como mecanismo de financiamiento del déficit fiscal, son asimétricos. En presencia de deflación o inflación “cero”, la emisión de monedas y billetes, en correspondencia con las variaciones de las reservas internacionales netas, tiene efectos positivos; sin embargo, cuando la variación de la emisión de monedas y billetes excede las variaciones en las reservas internacionales netas, en situaciones de inflación superior al 5% anual, el efecto es nulo y se hace negativo, y cada vez en mayor proporción, a medida que los niveles de inflación se hacen mayores. Ahora bien: ¿Por qué el político en ejercicio de gobierno, consciente de esa realidad, continúa emitiendo más monedas y billetes para financiar el déficit fiscal?, primero, porque la gente emocionalmente sufre ilusión monetaria, relacionando los aumentos de precio, con quien le vende bienes y servicios, no con la gestión irresponsable de la política monetaria y fiscal por parte del gobierno, segundo, porque *emocionalmente* la gente, se identifica con el gobernante, cuando ocurren aumentos de salario por decreto y por las declaraciones con promesas de controles de precios, así racionalmente tenga conciencia de que esas acciones no resuelven nada y que, incluso agravan los problemas a futuro. De modo que se suman varias asimetrías con efectos multiplicativos sobre la inflación y sobre la caída de la actividad económica.

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