Invasiones, guerras y sanciones

La insensatez no tiene límites, qué será lo que, desde lo más profundo de la gente, les hace clamar por invasiones, guerras y sanciones. La barbarie siempre tendrá justificaciones en el morbo que auspicia el sufrimiento, los complots, las ideologías y todo tipo de imaginario, cuyas consecuencias de mayor crueldad pesan sobre el cuerpo y la dignidad de los más vulnerables. Por qué sin ser los garantes de gobernanza alguna, el cobro del impago desconocido tiene que recaer, sin distingo de ninguna clase o motivo, sobre las masas de sirios, cubanos, afganos, venezolanos, ucranianos, africanos, …, que se lanzan a otros lugares donde sus penalidades llegan al límite, sin ninguna garantía, como ciudadanos de segunda categoría.

Hasta ahora, invasiones, guerras y sanciones, poco alcance han tenido como castigo a quienes las provocan y menos como superación de los males. Los sufridos, sin idea de lo que motiva a sus líderes, sea el pueblo ruso, el venezolano, el ucraniano, los númidas del planeta, …, son los pagadores de las crisis que jamás provocaron, sea en su tierra o huyendo sin destino. Es la llamada guerra híbrida que, como estadio superior de evolución de la guerra asimétrica, se construye en alineaciones de fuerzas que privilegian la acumulación de poder en unos pocos y la acumulación de los males en muchos (que no poseen los recursos para comprender lo que acontece).

La respuesta de occidente a la invasión rusa hasta ahora ha tomado la forma de sanciones, pero éstas, paradójicamente terminan afectando a quienes las imponen por el rechazo local y porque es una auto exclusión del comercio internacional que se transforma en un obstáculo para el aprovechamiento de las ventajas comparativas y competitivas compartidas, entre las naciones a las cuales se renuncia. Todo dependerá de que el aislamiento, impacto negativo interno y global de la opinión pública, sobre Vladimir Putin y Rusia, se mantenga y crezca con el tiempo. El mundo occidental ha perdido monopolio como potencia ante el ascenso de China y la revancha de Rusia avivada por Putin. Pero Occidente, muestra en este momento una alineación pocas veces vista en la historia, Suiza ha abandonado su neutralidad, Alemania su aversión al uso de ayuda militar, Finlandia y los países bálticos en la intensificación de sus lazos con la OTAN y EEUU ha abandonado el olvido de sus aliados que llegó a su máximo nivel bajo la administración de Trump.

La conflictividad, entre las potencias de primer orden en la definición de una hegemonía futura compartida, hace recaer el peso de ésta en sitios fuera de sus fronteras, en lugares donde la correlación de fuerzas internas, por voluntad o por imposición de esas potencias, favorece la descomposición económica, institucional y moral de un país. Son procesos políticos, alrededor de alianzas de ocasión, que para nada tienen que ver con la ideología, pero si con la mercantilización de todos los aspectos de la civilidad de un país.  Esa guerra ubicua, sin sentido humano ni ideología, se manifiesta en aquellos lugares donde se presentan grandes desplazamientos de población, donde las pérdidas mayores las soportan los más pobres del mundo, sin idea ni poder para conocer o protegerse de lo que les acontece.

Las invasiones constituyen la vía más costosa e inefectiva para sostener la adhesión de la gente del país sometido bajo la violencia. Los conquistadores a la larga se ganan un rechazo en tal medida, que así dispongan de abundantes recursos materiales, financieros y de tecnología avanzada, terminan siendo incapaces de enfrentar el medio adverso de los humillados para quienes la revuelta activa resulta menos costosa que el sometimiento a un país extranjero.

El conflicto en Ucrania vive el momento en el cual domina lo mediático, lo emocional y los resentimientos más profundos de la gente, las redes se ahogan en peticiones de vindictas que si fueran escuchadas acabarían con la existencia del planeta. ¿Cuál será el costo de un mundo de entendimiento sin armas y con propuestas? Creemos que poco a poco la razón deliberativa de los procesos democráticos y de la civilidad se impongan y den luz a un nuevo orden mundial más humanizado, es la esperanza objetiva de una promesa de respeto a la singularidad de cada uno y de la consideración hacia el otro como parte de un todo social al cual pertenecemos sin exclusión.

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