REPORTE SOBRE LA INFLACIÓN DEL MES DE MAYO 2009 DE VENEZUELA

Según información aparecida esta semana en el sitio internet del Banco Central de Venezuela[1], la inflación correspondiente al mes de mayo alcanzó 2,0%. Por quinto mes consecutivo la inflación se ubica en un nivel por debajo de lo esperado por los expertos y por encima de lo anticipado por el Gobierno. Para que la meta del Gobierno (15%) se alcance, la inflación mensual debería ubicarse en lo sucesivo en 0,78%, para que ocurra lo esperado por los expertos (más de 32,55 en promedio) la inflación mensual debería sobrepasar el 2,85% en los meses sucesivos del año en curso.


Las cifras mostradas causan sorpresa en muchas personas que leen este reporte, piensan que la inflación es mayor. En esta oportunidad mostraremos el por qué a muchos les parece que la información sobre la inflación está subestimada. Vamos a utilizar la siguiente información sobre el ingreso nominal, supongamos que en Venezuela el patrón de distribución de ingresos es el siguiente:



Si este fuese el caso, y si como es nuestra hipótesis, el grueso del impacto inflacionario recae sobre la clase media (estratos A, B y C) que es el 21% de la población, si quien lee este reporte, es del estrato de la clase media, tiene razón y los argumentos: por ejemplo, en la ciudad de Valencia una arepa rellena y un vaso pequeño de algún batido, en Octubre del 2008, le costaba 18 bolívares, hoy mayo del 2009, adquiere el paquete en 27 bolívares, el efecto precio fue de 53% durante el período, por supuesto está sufriendo un impacto muy superior al 14 % del período según el IPCN estimado por el Banco Central de Venezuela. ¿Cómo resulta posible que la arepa y el batido hayan subido 54% y el IPCN revele 14%? La respuesta está en la tabla siguiente:


Como podrá observar efectivamente la inflación le impacta en 54 %, pero Usted pertenece a un grupo cuyo peso en el IPCN es de 21 %. Por supuesto la hipótesis exagera, pues el estrato AB + C está incluyendo gente (estrato C) cuyo efecto probablemente sea similar al de los estratos D y E, con lo cual la importancia atribuida al 53 % sea menor. En conclusión a Usted la arepa le aumentó en 53% pero al resto le aumentó sólo en 4%. Le recordamos que estamos refiriéndonos a un grupo familiar con dos salarios. Reiteramos, es la clase media la que soporta el mayor impacto de la inflación, sus opciones de consumo disminuyen pues la gama de productos se reduce, sufren el mayor efecto inflacionario pues los productos que compran son los de mayor componente importado (y estos todavía no han ajustado sus precios al salir de la lista CADIVI) y no pueden recurrir a otros mercados pues el costo de la búsqueda alternativa (por ejemplo en establecimientos de MERCAL) puede anular las ventajas de precios más bajos.


Sigue siendo nuestro país el de peor desempeño en términos de estabilización dentro de América Latina, ello nos remite a nuestra hipótesis: la crisis en nuestro país es de otra naturaleza, guarda más relación con la conducción económica y política del Gobierno, que con la crisis financiera mundial, similar al caso Argentino. La naturaleza de la crisis financiera actual es esencialmente recesiva, es decir, con cierre de empresas, con caída del crecimiento, con desempleo y con disminución del índice general de precios, así lo revela la evidencia empírica en el mundo, América Latina no es la excepción, salvo los casos Venezuela y Argentina. No es azar, Argentina es uno de los graneros más importantes del mundo y Venezuela uno de los proveedores de petróleo más importantes del mundo, hace en ambos casos, que el Estado no tenga que hacer grandes esfuerzos de regulación eficiente del mercado o ser eficiente en sí mismo como productor de bienes y servicios. Es esta razón por la cual el argumento de que la tierra y la riqueza del subsuelo son generadores de renta, mas no de riqueza, es en cierta manera válido.

Mucho se ha hablado sobre la historia económica del país durante la era petrolera, incluso llegándose a señalar al petróleo como el “estiércol del diablo”, expresión que se le atribuye a Juan Pablo Pérez Alfonzo en su diagnóstico de los setenta sobre el “efecto Venezuela”. Uno encuentra tanto en el pensamiento de derecha, como el de izquierda, la demonización del petróleo, cuando es un asunto político con efectos económicos. Mucha tinta ha corrido tratando el tema en términos sociológicos, ideológicos y políticos, ello es importante e insoslayable, pero es imperdonable el desdén con que se ha manejado la aproximación económica del asunto, al ideologizar cualquier análisis económico por considerarlo “neoliberal”, como si las fuerzas del mercado operaran sólo bajo en capitalismo, cuando peor son los males bajo las formas arcaicas del socialismo, donde brota como la mala hierba la especulación y los “mercados negros”. Las formas exitosas de socialismo, con más libertades (Chile, España,…), o con menos libertades (China) guardan relación con la manera como se conduce la política económica: a través de las fuerzas del mercado, no sustituyéndolas.

En nuestro medio reina la retórica, de modo que se le puede atribuir a Alberto Adriani y a Arturo Uslar Pietri, inclinaciones fisiocráticas por enunciar una frase como la de “sembrar el petróleo”, cuando la expresión corresponde a una manera de hacer llegar al gran público, la idea de que ese recurso no renovable había que darle otro uso, diferente al de transformarnos en compradores de baratijas, a través del comercio internacional, así se fuera socialista o capitalista, y que había que dar un uso a los recursos derivados del petróleo anticipando las respuestas del mercado, no con la fatal arrogancia de pretender su destrucción, cuando al mercado apenas se le puede regular. El discurso académico venezolano está muy cargado de hipótesis, especulación y poca evidencia.


Hemos construido una tabla tomando valores constantes del precio del petróleo (al año 2008), calculando los precios promedios como media geométrica de la serie mensual que va desde el año 2004 al año 2008. En estos tiempos de socialismo a la venezolana, desde el 1994, se pueden identificar tres momentos, uno de tendencia a la baja en el precio del petróleo (1994-98), otro de estabilidad (1999-04) y otro de alza (2005-08), en todo momento, con bajas o con alzas unos precios que ningún otro bien ha tenido en el mercado mundial. En ese lapso ha ingresado al país casi 872.000 millones de dólares: ¿Cuánto se quedó en el país en términos de infraestructura social, de parques industriales, de reducción drástica de la pobreza? ¿Cuánto hemos dilapidado?, de allí que califiquemos al problema como económico.


Lo que fue una hipótesis es una realidad: diferimiento de los compromisos de pagos con proveedores y sector laboral, reducción del otorgamiento de divisas a través de CADIVI, disminución del aporte a Gobernaciones, Alcaldías, Universidades, y todavía resulta insuficiente para la contención de la inflación. De alguna u otra forma no existe alternativa, hay que contener el gasto y asegurar el uso productivo de los que nos queda, porque no tenemos recursos para sostener compras en el exterior. Neoliberal, populista o socialista del siglo XXI, un sistema de Gobierno puede mejorar las cosas pero no hacer milagros, aumentar la capacidad productiva de un país no se logra en menos de seis años, ni con discursos. La única forma de cerrar esa brecha entre el gasto y la producción en Venezuela es a través de la inversión, preguntamos: ¿Desde cuándo no se realiza un esfuerzo real de crecimiento?, buscando la respuesta llegamos de nuevo a la Venezuela de Alberto Adriani. El asunto es como desviar los proventos de la explotación de hidrocarburos desde al gasto a la inversión. No se puede vivir eternamente gastando más de lo que se produce.

Si se mantiene el estado actual de política económica, sin desbocamiento del gasto público, estadísticamente las predicciones para lo que resta del año son las siguientes:


La inflación del lado de los costos penaliza más que la inflación por el lado de la demanda, en los próximos meses es posible que podamos poner a prueba este planteamiento; se trata de la industria automotriz y de la industria de autopartes, las cuales se encuentran haciendo frente a dos problemas: los laborales y el aprovisionamiento de divisas para hacer frente a sus necesidades. Cuando se trata de inflación de demanda la industria puede responder con mayor producción, no pierde, ni existe riesgo de quiebra. Algo bien diferente es cuando tus costos suben y tienes dificultades para transferir los efectos a precios, es el caso actual. En el caso de inflación de costos e impacto recesivo, los efectos de costos no se limitan al aumento de precios de los insumos, se extienden, pues la absorción de los costos fijos disminuye y se distribuye entre menos unidades con una incidencia mayor de costos.


Hasta hace algunos años la venta de vehículos reflejaba mejor la coyuntura. Hoy en día la motivación de compra no sólo responde la necesidad de uso y de status, es un medio de resguardo del patrimonio familiar, a lo cual se añade la moderación de la oferta a través del suministro de divisas de CADIVI y la programación de la importación de vehículos. El futuro es indeterminado con tendencia a la baja.

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Francisco J Contreras M
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[1] http://www.bcv.org.ve/excel/4_5_7.xls?id=410

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