REPORTE SOBRE LA INFLACIÓN DEL MES DE JUNIO 2009 DE VENEZUELA

Según información aparecida esta semana en el sitio internet del Banco Central de Venezuela [1], la inflación correspondiente al mes de junio alcanzó 1,8%. Por sexto mes consecutivo la inflación se ubica en un nivel por debajo de lo esperado por los expertos y por encima de lo anticipado por el Gobierno. Para que la meta del Gobierno (20%) se alcance, la inflación mensual debería ubicarse en lo sucesivo en 1,33%, para que ocurra lo esperado por los expertos (más de 32,55 % en promedio) la inflación mensual debería sobrepasar el 2,74% en los meses sucesivos del año en curso. Debemos tener en cuenta que el Gobierno ajustó la meta esperada de la inflación en 5 puntos, desde 15 % a 20%, es de recordar que hasta el presente, durante los últimos 60 años los Gobiernos venezolanos jamás han alcanzado las metas propuestas.


Por primera vez, durante los últimos siete meses, los expertos comienzan a plantear la naturaleza recesiva de la coyuntura actual en Venezuela. Así, José Guerra opina sobre el bajo nivel de precios en comparación con lo observado que: "La otra explicación sería la fuerte contracción de la demanda que está viviendo el país, que implica que la gente está comprando menos" [2] . Efectivamente, el que gente está comprando menos es una verdad en sí misma. Con sus variaciones, la inflación tiende a ser menor en el tiempo, es lo que se observa al comparar la serie del año 2007-08 con la serie 2008.09. La polarización política impide que el buen juicio sobre los acontecimientos se imponga a la hora de evaluar el entorno, muy nocivo pues, una buena estrategia es la que se funda sobre el enunciado de cursos de acción posibles, y no sobre el deseo de que las cosas vayan mal, bajo la creencia de que eso perjudica al Gobierno, todo lo contrario le favorece, vivir anunciando catástrofes que nunca se materializan, se traduce a posteriori en una pérdida de crédito para el experto y en votos para el Gobierno.


En lo que va de año, sigue siendo nuestro país el de peor desempeño en términos de estabilización dentro de América Latina, lo más próximo de nuestro caso es Argentina. En ambos países la dotación ventajosa de recursos naturales, permite a sus gobiernos sustraerse de la necesidad de acometer políticas económicas de regulación a través del mercado, pero la contraparte de ese comportamiento es la inestabilidad de los precios internos. Alternativamente, pudiéramos asumir que en esas naciones sus ciudadanos relevan a los gobernantes de la responsabilidad social de mantener la estabilidad y el crecimiento económico, de otra manera el costo político lo impediría, y perderían elecciones, excepción esta semana cuando el Gobierno de la Sra. Cristina Fernández, sufrió una derrota electoral que le obligó a realizar cambios en su gabinete. En Venezuela y Argentina la fortaleza fiscal de sus Gobiernos no requiere de un sector privado productivo eficiente que les proporcione financiamiento.


Las reservas internacionales, en términos reales, a pesar de la disminución del precio del petróleo, no se han reducido de manera sustancial. El Gobierno ha sido efectivo en el manejo de las reservas internacionales lo que ratifica la ortodoxia: si tus ingresos caen reduce el gasto, si el valor de lo exportado baja, procura una baja equivalente en las importaciones, así ha ocurrido. Esta si es una excepción en Venezuela, este ha sido el único Gobierno, durante los últimos 60 años, que ha podido mantener bajo control el mercado cambiario. Se confirma la regla: sólo gobiernos fuertes pueden ejecutar políticas ortodoxas de contención cambiaria. No se puede esperar un cambio en la política económica de Venezuela, los hechos ratifican el carácter ortodoxo y fondomonetarista de la política de ajuste económico, el actual Gobierno ha logrado una reducción de Gasto Público que nunca pudieron acometer los Gobiernos de la llamada cuarta república. Es la ventaja de los Gobiernos sin contrapesos de poder, no están sometidos a la protesta social, a la presión de los medios, a la desaprobación de los otros poderes públicos, definitivamente se tienen las ventajas de Gobiernos autoritarios. Fue la ventaja que en el pasado los Gobiernos, como el de Taiwan (los años de la guerra fría), Corea del Sur (sometida permanentemente a amenazas de Corea del Norte), Chile de Pinochet, disfrutaron y que les permitió fuertes reducciones en el gasto público real sin consecuencias políticas.

Si se mantiene el estado actual de política económica, sin desbocamiento del gasto público, estadísticamente las predicciones para lo que resta del año son las siguientes:


Cómo sobrevive un aparato productivo a la caída de la demanda cuando tiene una gran proporción de gastos fijos y donde la capacidad instalada a penas se utiliza en no más de 50%, ese es el dilema, y es la alerta que se dispara: podríamos estar a las puertas de una severa recesión y a un desmantelamiento industrial. Ya se nota un fenómeno propio de situaciones de fuerte recesión, el desborde de las capacidades de almacenamiento de productos donde hay retornables, por ejemplo, botellas y gaveras, el ciclo genera acumulación de inventarios de productos finales y la resaca del regreso de retornables sin reutilización, una acumulación adicional.

Una de las consecuencias de la fuerte contención del mercado cambiario ha sido la caída de la actividad de la Industria Automotriz venezolana y sus sectores conexos (autopartistas). Es una situación donde mejor se refleja la distorsión que produce en el mercado los controles de precios: el precio de los vehículos nuevos es más bajo que el de los usados. Mientras las listas de espera para la adquisición de un automóvil nuevo crecen y el ciclo de espera en promedio se extiende a más de siete meses, los negocios de vehículos de segunda mano lucen abarrotados. Es por ello que hemos opinado que la inflación es relevada por la escasez. El mercado automotriz es un buen revelador de lo que acontece en el país, un vehículo es en Venezuela, al mismo tiempo, status, refugio de valor y una necesidad básica. Si el auto usado gana valor, el mismo se transforma en un refugio de valor para la familia, en una Nación donde el ahorro es penalizado, pues es la norma el mantenimiento eterno de tasas de interés negativas, de manera que el patrimonio familiar se protege con la posesión de un auto. Así como en México el sueño de una familia es poseer una vivienda de bloques, en Venezuela lo es la posesión de un vehículo, el que tiene un automóvil hasta se le facilita encontrar pareja, es status, es símbolo de fertilidad y supervivencia. En Venezuela, el servicio público de transporte es uno de los peores de América Latina, e inseguro, no sólo por los accidentes (por abuso de los conductores o mal estado de las unidades), sino por los atracos a que son sometidos los usuarios por la delincuencia, esta es la evidencia que nos conduce a la hipótesis de que en este bello país tropical el mercado automotor es un buen indicador de coyuntura y de las distorsiones estructurales de la economía venezolana.

Las colas, las colas constituyen una buena fuente de información para el análisis de economías con distorsiones en el sistema de precios relativos. Dos sectores llaman la atención: el de la producción de soluciones habitacionales y el de atención médica. Al Sector Construcción se le quiere forzar a producir soluciones, en un ciclo de producción que requiere mínimo 24 meses, si la inflación por año se ubica en 20 %, el impacto anualizado de costos para el período es de 48%, con esa incertidumbre cómo se proponen precios para el bien final sin error de predicción, cómo evitar pérdidas o ganancias extraordinarias. Por otra parte, se presiona a la socialización de los servicios de salud y se privatiza (se asegura) el financiamiento de la demanda, cómo ajustar la disparidad entre demanda y oferta, igualmente como podemos garantizar el flujo de efectivo necesario para sostener decentemente la infraestructura e intangibles necesarios para la realización del acto médico.

El socialismo exitoso (China, India, Chile, países nórdicos, España), ha sido incompatible con la inflación y con la escasez, resulta imposible, utópico planificar con la inestabilidad. Los socialismos exitosos lo han sido, no destruyendo el mercado, sino administrando sus fallos, no destruyendo el capital sino acumulándolo, no destruyendo el patrimonio de las familias sino acrecentándolo. El futuro de un país se construye promoviendo una poderosa clase media emprendedora, ampliándola, extendiéndola, no proletarizándola, al revés hay que “desproletarizar” la pobreza y, empoderar al venezolano para permitirle realizarse como ciudadano emprendedor, dueño de su de su destino.

El enlace para la descarga de este documento es:

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Francisco J Contreras M

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[1] http://www.bcv.org.ve/excel/4_5_7.xls?id=410
[2] http://www.ciea.org.ve/noticias.asp?idnoticia=44

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