La clase media venezolana: entre la postración y la extinción
Postración y extinción de la clase media
Este
escrito se
dio en Valencia, 03 de abril del año 2013.
La igualación en la pobreza
Más allá del debate político que
domina la vida nacional el problema económico esencial de Venezuela es el de la
igualación en la miseria de la población, lo mas insólito es que nuestro país
inmensamente rico y bien dotado en recursos naturales importantes, esté inmerso
en un estado de escasez, comparable al de naciones escasamente dotadas. Otro
rasgo distintivo es que los ministros de economía en este país parecieran vivir
en un permanente estado de emergencia en el cual no se dispone del sosiego, ni
del tiempo necesario para emprender una visión de país que logre la adhesión
social necesaria para la estabilización y el desarrollo en un sentido amplio.
Ahora con el argumento de que la información económica tienen interés político
se retrasa no se ofrece.
En términos de lucha contra la
pobreza y de formulación de una visión de país, la gestión de los ministros de
economía han dejado mucho que decir, ha sido peor de lo mismo, pues desde sus
inicios, con los que venían precedidos de credenciales académicas y de una
percepción mas avanzada de la economía, como Felipe Pérez, hasta los recientes
con menos credenciales ha sido pura retórica.
¡¿Cuáles planes, cuales principios?!
Nada más puras ocurrencias, largos escritos, declaraciones, todas incoherentes
que no califican siquiera como un buen epistolario de buenas intenciones.
El juicio de la gente
El juicio sobre la gestión de estos
ministros podríamos dejárselo al público, pidiéndole que se forme sus
conclusiones a partir de los hechos siguientes: Si hasta los jóvenes
profesionales bien formados se siguen convirtiendo en buhoneros, que andan por
doquier vendiendo baratijas, en taxis subarrendados, en tarantines de venta de
loterías y otros oficios, propios de sociedades perdidas en la decadencia. Si
las empresas continúan cerradas, y a pesar de la inamovilidad laboral durante
esa gestión, sigue reinando el trabajo informal. Si a pesar del alto del precio
del petróleo, el tipo de cambio se deteriora. Si la escasez de bienes y
servicios y la inflación forman parte de la cotidianidad ¿Qué juicio pueden
merecer los señores ministros?
Quien dude de la situación de crisis
y de postración de los venezolanos puede constatarlo con sus propios ojos en
las calles de las ciudades, donde la gente vive en colas para adquirir bien
caro lo que a penas consigue, donde pululan toda clase de indigentes, mujeres,
niños, ancianos, jóvenes, cuidadores de puestos en colas, gestores de
requisitos burocráticos gubernamentales, cuida carros, o peor al acecho para
apropiarse de algo que no le es suyo.
Lo mas salvaje de la acción de
Gobierno, como también lo hicieron los que le antecedieron, es recurrir a
ajustes de política económica, que de una sola vez y sin consulta disminuye la
riqueza y los ingresos de los venezolanos en mas de 66 % con una fuerte
depreciación cambiaria.
La historia se repite
En definitiva la historia se repite, la
política económica en Venezuela se ha
limitado históricamente a dos opciones: o se mantiene fijo el tipo de
cambio, cuando el negocio petrolero va bien, o se devalúa o deprecia el
bolívar, cuando el negocio petrolero va mal. Ahora incluso hasta con buenos
precios para el petróleo y buena renta, todo va mal. Esto es a nuestro juicio
una muestra de la irresponsabilidad de quienes gobiernan. Hemos sido gobernados
por gente cuyo interés por el país no supera los límites de una retórica demagógica
y populista.
Cualquier iniciado en economía sabe que si
el gobierno gasta más allá de sus ingresos, es inevitable la inflación y que si
además ese gasto no se orienta a la inversión y se asigna discrecional y
caprichosamente, según
los designios del Presidente, tendremos no solo inflación, sino también
desocupación. El grado en que sea dominante la inflación o la desocupación
dependerá del grado de autoritarismo y poder que tenga el gobernante.
No tenemos un estadista que ofrezca una visión de futuro,
posible y deseable para el país y que genere la sinergia social necesaria para
el desarrollo, como siempre caudillos, con muchas ocurrencias que califican
como “planes de desarrollo”. Ocurrencias cuya efectividad se mide por el éxito
del demagogo en cada contienda electoral, primero sobre la base del antagonismo
y la desunión de los venezolanos y segundo, a través del despilfarro del gasto
público, en dádivas y asignaciones a los seguidores del régimen, ocultas bajo
el falso manto de programas de ayuda a supuestas redes sociales en el combate a
la pobreza. Resulta fácil ser presa de la tentación y pensar: ¿Será acaso que
éxito electoral de nuestros partidos, consiste en la manipulación y el engaño
de la creciente masa de pobres del país, de asegurar y perpetuar su pobreza,
sin resolverla?
La diferencias entre ajustes económicos inevitables y estrategias económicas
Hay que entender que las políticas
macroeconómicas de ajuste son respuestas coyunturales que tan solo permiten un
respiro mientras se afinan las verdaderas estrategias económicas, políticas y
sociales que den frente a los problemas de fondo del país. Que si no se logra
el consenso, el apoyo, para utilizar una palabra acorde con estos tiempos, la
sinergia y la movilización de la mayoría de los venezolanos en pro de un proyecto
de país, las políticas de ajuste no resuelven, más bien agudizan el problema.
Uno se pregunta dónde están los planes de estos ministros, más allá de ajustes
macroeconómicos.
Es usual creer que al depreciar o devaluar
el signo monetario se encarezcan las importaciones y se abaraten las
exportaciones, es corriente escuchar en nuestro país que no es posible exportar
productos no tradicionales porque la moneda está sobrevaluada, así de fácil se
concluye que al aumentar lo exportado y disminuir lo importado se revierte la
salida de divisas y se relanza el desarrollo económico. Sin embargo, este
argumento tropieza con varios obstáculos, primero los productos de exportación,
en un mundo globalizado, tienen un componente importado, muchas veces nada despreciable y segundo los precios de
los componentes nacionales a la larga se ajustan en alguna proporción de la
depreciación. Peor aun, muchos productos con ventajas comparativas de costos,
se ajustan de forma instantánea con el tipo de cambio, tal es el caso de los
productos siderúrgicos en Venezuela. A la larga la devaluación o depreciación
requiere, luego de ajustes sucesivos de precios, nuevas depreciaciones o
devaluaciones.
En países grandes, estas medidas son mas
eficaces ya que su gran volumen de comercio afecta los precios internacionales,
cuando dejan de importar, los precios en el mercado mundial caen, con lo cual
el costo de producir una unidad de poder adquisitivo, a través del comercio
internacional es menor que en un país pequeño como Venezuela.
Nuestra tesis es que este tipo de
política tiene menos efectividad en países como el nuestro, y que aun cuando
inevitables solo ofrecen un segundo aire, que tiene que ser sabiamente
aprovechado para lanzar un verdadero proyecto de país por medio del concurso de
todos los venezolanos y no como esta ocurriendo con una lucha fraticida, donde
unos pocos quieren imponer a los otros, un proyecto político cargado de una
ideología fracasada, de revanchismo, resentimiento y odios. ¿Dónde está ese
proyecto de los señores ministros?
Quién gana con el caos económico
El único ganador con políticas de
ajustes fundadas en el tipo de cambio resulta ser el gobierno, que gracias a
las mal llamadas ganancias cambiarias, pueden compensar monetariamente las
insuficiencias fiscales, esta política permite aumentar el gasto público sin
medidas impopulares como el aumento de los tributos. Sin embargo, a la larga el
efecto inflacionario resulta mayor y más perjudicial para los que tan solo
derivan sus ingresos del trabajo. Mas temprano que tarde la gente percibe que
aun cuando sus ingresos aumentan, paradójicamente compran menos que cuando
ganaban menos, la presión social no se hace esperar y la inestabilidad política
se acrecienta, la confianza se desvanece, los capitales buscan refugio seguro
fuera del país.
Se cierra un círculo causal
acumulativo del gasto público, que necesita, como la droga para el adicto, más
depreciación o devaluación y la vorágine sigue, muy pocos se benefician de
ello: los funcionarios públicos que poseen información que el resto no tiene y
actúan estratégicamente a favor de sus propios intereses sean pecuniarios,
políticos o electorales. Otros tal vez puedan compensar el proceso y hasta
ganar, las grandes empresas con las que el Gobierno conviene tratos para
mantener alguna fachada de éxito, las empresas que han vivido bajo la sombra
protectora del estado, mientras la inmensa mayoría se hunde económicamente y
acelera su tránsito hacia la miseria, de nuevo el protagonista de nuestra
conversación: la pobreza.
Atrapados en la inmediatez y su
apego al poder, al lucro, a la materialidad, a su propia seguridad, los voceros
del Gobierno, no se les ocurre otra alternativa diferente a la de recurrir al
gasto público deficitario, y desvían los pocos recursos, de quienes sobreviven
y producen. Es así que transformamos la escasa capacidad de generar riqueza en
consumo, como el psiquiatra que vende el diván, se vive al momento con el
producto de la venta, pero pierde el medio de trabajo. El problema no termina,
pues la misma o más cantidad de dinero circula, mientras menos bienes y
servicios se producen, el resultado: más inflación con desempleo. Gira de nuevo
la rueda y se acumulan presiones y males que en cualquier momento pueden hacer
explosión y definitivamente dar al traste con lo que queda de democracia. ¿En
qué difieren los Señores Ministros de este retrato?
La tragedia de la clase media
Proletarización de la clase media ha
sido otro efecto de las medidas económicas. El encarecimiento del dinero
excluye una gran proporción de venezolanos del mercado de viviendas y del
automotriz, consumos representativos de la clase media venezolana. La erosión
del poder adquisitivo y el desempleo con inflación, disminuyen en tamaño a la
clase media y la condenan a la postración y a la extinción. Este grupo social
es el que mas contribuye con el desarrollo de un país, profesionales, pequeños
empresarios de vital importancia para la prosperidad en vías de desaparición.
Creemos que el momento no admite este tipo
de ajuste aplicado. En una crisis de múltiples connotaciones, no únicamente
económica, sino también, moral, ética y política, además con una necesidad, que
no admite retraso, de crecimiento económico, de acumulación de capital, no se
puede pensar en otra alternativa que recurrir al ahorro externo, en forma de
inversiones extranjeras y abaratando el crédito internacional. Ahora, no olvidemos
que el capital no tiene patria y que fluye hacia donde existe seguridad,
confianza, éstas solo se restituyen y mejoran cuando existen instituciones
públicas autónomas, independientes y bien sustentadas democráticamente.
Definitivamente, reiteramos los
funcionarios públicos, comenzando por el Presidente, tienen que ser servidores
públicos, con el mínimo poder necesario para ejercer sus funciones, sin
menosprecio al servicio de ornato, cuido y mantenimiento de los edificios, los
gerentes públicos son conserjes que administran transitoriamente los recursos
de la Nación y no dueños de hacienda, son simplemente administradores
temporales de la Hacienda Pública, no propietarios de un fundo llamado
Venezuela.
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