El Socialismo de Siglo XXI y la destrucción de la clase media venezolana (Francisco J Contreras M)

EXTRACTO.

La revolución socialista en Venezuela ha sido una experiencia de destrucción de la clase media. Primero, de manera explícita al atacar sus símbolos: una buena casa, una salud resguardada, una educación permanente y extensa y la movilidad social, y segundo, con un sin propósito, pero de mayor daño, a través de la propagación de una cultura de resentimiento social, de revancha, de alimentar ese morbo social justificándolo y promoviéndolo. El socialismo del siglo XXI, se engulló una inmensa riqueza, sin dejar prácticamente nada, ni material, ni intangible, en la tragedia de este país llamado Venezuela, fue una dilapidación para la destrucción, no para construir un país. Algo habrá que salvar mas allá del aprendizaje calamitoso de este episodio que en el tiempo se querrá borrar; ¿Qué podemos salvar de este desastre? Una sola cosa: no puede haber futuro en una sociedad que reproduce gente olvidada en su miseria y otra gente llena de ostentaciones.

El surgimiento de la clase media urbana de Venezuela

La Venezuela de los años cuarenta fue la del surgimiento de una importante clase media conformada en las ciudades venezolanas por inmigrantes españoles, portugueses e italianos y por la migración interna de la Venezuela rural hacia la Venezuela urbana. Los descendientes de esa capa demográfica encontraron una Venezuela con una infraestructura educacional jamás vista, todos tuvieron acceso a una educación gratuita (mayoritariamente) y de calidad.
La renta petrolera aseguró una movilidad social importante, esa generación dio lugar a una clase media acomodada, se pensó que el modelo se generalizaría hacia el futuro, no fue así, se recreó toda una constelación de incentivos que transformó a los venezolanos en buscadores de renta, mas no emprendedores, ya a comienzos del setenta teníamos una Venezuela con una gran parte de su gente excluida y sin posibilidades de acceder a esa clase media acomodada.
Esos excluidos fueron el semillero electoral con el cual el populismo se alimentó, bajo la promesa de asegurar esa movilidad propia de la clase media, pero no se construyó una base productiva de reproducción del capital, lo que se hizo fue distribuir dadivas de todo tipo con una superposición de regulaciones que hacía mas fácil el transito al éxito social por la vía política que a través del emprendimiento.

La parte consciente de destrucción de la clase media a través de sus valores y símbolos.

Esa importante masa de pobres y excluidos fue la que dibujó un nuevo modo de hacer política en el país, el marketing transformó las campañas electorales y también la forma de concebir la política, una clase media sin conciencia política de si, pero a la espera, no de oportunidades para el emprendimiento, sino de aprovechamiento de la renta petrolera, se inclinó siempre electoralmente por quien ofreciera mas dádivas o a lo sumo por un voto llamado “castigo”. El asistencialismo gubernamental no tuvo un proyecto de país para la sustentabilidad económica sino para distribuir los proventos del petróleo, que alimentaron esa cultura parasitaria del venezolano de los últimos 60 años.
De proceso en proceso de votaciones, el marketing electoral, ante el agotamiento de estrategias fundadas en la demagogia populista, pasó a estar centrada esencialmente en el voto castigo. Aprovechar el descontento pasa por la búsqueda de un culpable: el gobierno anterior, supuestos enemigos externos, y por último, lo que con mucho tino aprovechó el Dr. Rafael Caldera cuando apeló al discurso fundado en el resentimiento social, que le permitió gobernar por segunda vez entre 1994 y 1999, es la antesala del éxito electoral del Socialismo del Siglo XXI: la supuesta burguesía que no es otra que la exhausta clase media cada vez menos importante políticamente, como masa de electores, pero si como chivo expiatorio de todos los males púbicos generados por gobiernos incapaces en el servicio a los intereses de la nación, pero muy talentosos para beneficio de la clase política gobernante.
Estratégicamente para el socialismo del siglo XXI, la clase media es su salvavidas político, no hay mejor apalancamiento político que mostrar a la inmensa masa de venezolanos los valores de la clase media como el origen de los males: un buen colegio, una hermosa vivienda, una vida plena de abundancia y de cosas, es la cara de los apegos. El socialismo del siglo XXI, olvida socarrona y arrogantemente, que ser clase media es asumir cargas: asunción de riesgos, trabajo que nunca termina, renuncia de lo que hoy se tiene por una promesa incierta en el futuro, ser responsable de si mismo, precisamente los valores de creación, ingeniosidad e innovación que se encuentran en el origen del éxito de las grandes naciones.

La parte inconsciente de destrucción de la clase media a través del morbo social.

La parte inconsciente proviene del uso del morbo social por parte del gobierno, es el recurso fácil para un mal gobierno porque banaliza el delito, hace que las transgresiones parezcan “normales”, el asunto exige ir a mas en ese comportamiento perverso, que se alimenta a si mismo, en la medida que los resentimientos van apropiándose de cada quien, ya no solo es el gobierno quien recrea males públicos ahora son todos.
Ese morbo social recreado por el socialismo del siglo XXI, se hace presente en la vida del clase media cuando en lugar de humor, se inclina por la comicidad; cuando en lugar del reconocimiento a otro, prefiere la burla; cuando en lugar recurrir a la sabiduría, se pervierte en la viveza; cuando en lugar de confianza, propaga envidias. Todo un cuadro de desunión y de falta de visión compartida, donde cada grupo o partido ve al otro como enemigo, mas adversario que el propio partido de gobierno. La perpetuación en el poder del socialismo del siglo XXI, no solo procede del poder absoluto sino de la propia clase media.

El aprendizaje de la desgracia de la clase media.

El contexto de desarrollo de la clase media es el del estado de derecho y de los poderes públicos independientes y autónomos, son las reglas de juego de una justicia compartida que se mejora a si misma con el tiempo, que convierte a los individuos en ciudadanos. Es lo que hace de la clase media el pulmón que facilita el desarrollo de una nación. Pero eso da libertad a la gente frente al gobierno, para decidir mas para la creación de oportunidades de emprendimiento que para enfrentarse los unos a los otros, en la apropiación de un festín rentístico que ya casi no existe. Una clase media poderosa hace mas difícil, a los políticos en gobierno, sacar provecho personal a partir de la demagogia y del asalto al erario público, el político en gobierno solo podrá obtener provecho personal si su actuación es cónsona con los intereses de la nación.
La frugalidad y un proyecto para hacer de todos unos venezolanos emprendedores es la clave de éxito, no puede haber futuro en una sociedad que reproduce gente olvidada en su miseria y otra gente llena de ostentaciones, es la búsqueda de una vida mejor, con movilidad social, de acceso al bienestar en todos sus órdenes: moral, material y social, esta la verdadera opción. La condición necesaria: una democracia con contra poderes autónomos e independientes, y también, una clase media emprendedora y no predadora.

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