El oleaje en su acantilado

PC1Extracto.

Estas son mis palabras de bienvenida, en la Plaza Bolívar de Puerto Cabello, con motivo del Primer Reencuentro de “Los Porteñísimos”. Un grupo integrado por gente que pasó por diferentes centros de enseñanza, desde mediados de los cincuenta hasta finales de los sesenta, una época durante la cual se dotó a la ciudad de una infraestructura jamás vista: hospitales, clínicas, centros de enseñanza, acueductos, autopista, aeropuerto, complejo petroquímico, refinería petrolera, dique y astilleros y otras obras. Se desconocía el odio social, había movilidad social, todos se conocían de trato de referencia, cada cual conocía de cada quien. Al menos dejaremos testimonio histórico de que en algún momento éramos ciudadanos y no gente en la cola de los resentimientos y de la escasez. Es nuestro mensaje el de la esperanza de un mundo mejor donde no se incinere a jamás la voluntad de amar. Al llegar hemos visto la misma infraestructura de hace tanto tiempo, ahora vetusta y abandonada.
21 de marzo del 2015

Estimados Porteñísimos,

Los días transcurrieron y este grupo que se dio por nombre “Los Porteñísimos”, ha llegado a su querencia. Nos hemos reunido en esfuerzo de conmemoración al suelo que nos vio vivir, y también, para mostrar que se es gente cívica, confiable, Porteñísimos y Venezolanos del alma.

PC4Olas y brisas


El puerto de Puerto Cabello, desde antes de los años cuarenta, cincuenta y sesenta, fue el del surgimiento de una importante clase media conformada por inmigrantes españoles, portugueses e italianos y por la migración interna de la Venezuela rural hacia la Venezuela urbana, entre olas y brisas se fundieron con quienes aquí ya estaban. Así los descendientes de esa capa demográfica encontraron un Puerto Cabello con una infraestructura jamás vista: acueductos, hospitales, refinerías, complejos petroquímicos, centros de enseñanza gratuita (mayoritariamente) y de calidad, allí crecimos y nos realizamos.

Mar de leva y calderetas


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Mas ahora, el sentido trágico domina la cotidianidad: es la preocupación por el dólar paralelo, por los puntos de la inflación, por la escasez, el precio de la arepa, la inseguridad, nos pasamos la vida en colas cavilando sobre lo que no agrega valor, cuando el pensamiento debería ocuparse de lo noble, del arte, del sentimiento, cuando vivimos para vivir, o bien para crear y recrear con el trabajo, es el reclamo de mas tiempo para vivir. Es el drama de una existencia que transcurre en el no vivir, pensando como los compradores del envite, esperando la lotería, así aguardando imposibles se nos va la vida, pareciéndonos a la media, en la mitad de lo bueno y lo malo, con el espíritu cansado por lo que no se puede controlar terminamos en el agotamiento esperando lo accidental. Tristeza, ahora somos un pueblo donde los jóvenes ya no llegan, mas bienhuyen.

Las olas arremolinan en su acantilado

Somos cuenta cuentos, de historias que se desprenden como las hojas secas, paseando sus serpentinas, en arenas donde reposan al sol y a la brisa, también como el polvo de las estrellas, perdidas del mundo que nos tocó vivir, en olvidos de lo que ahora parecen fantasías. Y es ese olvido, que debemos evitar, de aquel puerto de gente cordial, solidaria, alegre, que nos recibió un día, a gente que vino desde cerca, hasta desde los confines de la tierra. Es nuestra misión recrear la esperanza de un sitio donde no se incinere mas la voluntad de amar.
PC2Allá en aquellas llanuras de donde vinieron algunos, y siempre al amanecer, un padre, le escribió a la inmensidad, una nota a un niño: “Si la vida reta, hay que plantarse con la misma reciedumbre con que también se ríe”, desde aquel día levanta la mirada antes de que el sol ilumine la sabana, la playa, el solar de su casa.
Los buenos actos de la vida cumplen su cometido humanista cuando se hacen concesiones mutuas, cuando se acepta al otro en su diferencia, cuando se coloca al descubierto que cada uno a su manera tiene el mismo propósito que todos quieren.
Que es posible llevar la misma arena cernida y fina, pero imperturbable a las inclemencias, como ya hace prueba su presencia desde los inicios de la historia del tiempo. Es la simbología de nuestra unión de espíritu, esa arena es sensible a la menor brisa, se puede dibujar sobre ella, no deja huella porque ella es la huella misma, de allí venimos y allí iremos.
Tenemos el compromiso moral de expresar en nuestro lar originario, a nuestra gente en su sitio, que cuando un grupo de venezolanos se lo propone, es posible encontrarse con el anhelado mundo mejor.
Vamos a lanzar a los cuatro vientos que la convivencia perdida en el tiempo, en el camino, ha sido encontrada, que venimos a nuestra tierra, de manera humilde, que somos generosos y que en nuestra patria cabemos todos.
De algo pueden tener seguridad, las personas que se aventuraron en este proyecto, lo hicieron con la fuerza del corazón, cada quien con su estilo, cada cual con su manera de ser. La tarea no fue fácil pues lo único que se tenía era un idea de un encuentro entre gente con mucho tiempo sin verse, no hubo momentos para concertar reglas que facilitaran el consenso, hubo que resolver sobre la marcha, los seguimos atendiendo como vaya viniendo y como dijo Antonio Machado: “Caminante no hay camino se hace camino al andar”.
Hemos ido tras las los luceros del firmamento aunque estos nunca se alcancen, no somos perfectos y tampoco está en nuestras motivaciones serlo, porque solo mejora quien fallas tiene, en mi caso no me canso de encontrarlas, a veces uno se da cuenta, otras veces es ayudado a verse a sí mismo en el crisol de las imperfecciones, son los gazapos de la vida que la hacen maravillosa, porque uno se puede construir a si mismo. Pienso que nuestra existencia es motivo de regocijo para el Creador, como le hemos alegrado con nuestras contrahechuras, su vida era perfectamente un hastío hasta que llegamos con nuestras pequeñeces y también con nuestras grandezas.
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Pero esta tarde cuando nos vayamos, como en el ocaso la luz, será lo que no se dijo, y más de lo que no se hizo, que sientan tristeza quienes amaron este día. Nos vamos con el sentimiento de una tarea cumplida y asumimos este acto también la mejor despedida o bienvenida que hayamos hecho, todo problema tiene una perspectiva moral y cuanto mas grave es la decisión mas importante es esa dimensión.
Con afecto para todos,
Saludos desde lo alto de esta Carabela.
Como dijera Albert Camus:
"No hay azar en elegir lo que a uno deshonra".
Francisco José Contreras Márquez

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