Las perversidades de la corrupción política bajo el autoritarismo

tranparencyintl2008El populismo venezolano no es reciente, lo diferente en estos últimos 17 años ha sido la intensificación de sus males, al sumar a los suyos propios, los del socialismo autoritario. Ha sido demasiado tiempo el que ha sufrido el país con unos sistemas que reproducen todas formas de distorsiones y perversidades del mercado. Significa que nos encontramos no solo con los males de la política pública sino que se ha desarrollado una cultura, con un desdoblamiento en el comportamiento de la gente que le permite por una parte reconocer, identificar y calificar el delito cuando se trata de los demás y pero que encuentra cualquier tipo de justificación aviesa cuando se trata del propio.

Podemos delimitar la corrupción como cualquier actividad social ilícita o ilegítima encubierta y deliberada con arreglo a intereses particulares, impuesta bajo cuotas de poder, que a través de las instituciones formulan y estructuran espacios que afectan los intereses generales o la moral social.

La corrupción en su perspectiva social es de naturaleza política, es el caso de sociedades como la venezolana donde es difícil identificar el grado de deterioro a nivel de formulación de políticas públicas cuando subrepticiamente se norma en contra del consenso social para satisfacer intereses particulares, ideológicos o simplemente los propios de los responsables de formular la norma. Está ocurriendo en este preciso momento, cuando una Asamblea Nacional cuyo transito finaliza, amenaza con renovar al poder judicial conforme a intereses que cuando menos son ideológicos.

Quién posee poder político discrecional para formular política pública, puede hacerlo intencionalmente de manera de crear asimetrías de información e incentivos perversos que toda vez aprobada la norma, le favorezcan.

Lo que caracteriza al poder político autoritario es su capacidad de crear antivalores contrarios al ejercicio de la ciudadanía y en favor de normas de conducta que banalizan lo contrahecho o socialmente inconveniente para toda la sociedad.

La corrupción política tiene un efecto destructivo demoledor para la nación, pues hace pensar como válida cualquier fechoría, bajo la justificación de que es un tonto quien no la asuma porque otro lo hará, cuando se banaliza y se acepta como cultura ese mal, es más difícil su resolución. Es un mundo donde impera la ley de la selva por la vía de la apropiación indebida de rentas y privilegios, con base en una supuesta ideología redentora.


Los primeros pasos en nuetra opinión los hemos reiterado en otros escritos:


  • Independencia, autonomía, legitimidad y transitoriedad (no perpetuación) de los poderes públicos;

  • La aprobación de una ley orgánica para la evaluación previa de impacto de las regulaciones sobre el mercado, con participación de las Academias Nacionales y las Universidades Autónomas.

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