Un fallo supremo en el Socialismo del Siglo XXI: la destrucción de la confianza

El individuo entre la incertidumbre y la confianza

“la confianza es una hipótesis sobre la conducta futura del otro. Es una actitud que concierne el futuro, en la medida en que este futuro depende de la acción de otro. Es una especie de apuesta que consiste en no inquietarse del no-control del otro y del tiempo”. [1]

En el plano individual la confianza es una fuerza creadora de vida, está muy relacionada con la paz interior y va de la mano con la felicidad. La seguridad de nuestros pensamientos y la manera de sentir son las llaves del reino donde se suspende la incertidumbre, se dejan de lado las dudas y firmemente se actúa donde vivimos: el presente.Morin

La confianza nos hace independientes del entorno, el confiar en si mismo es la forma ideal de relacionarnos con los demás, al alcanzar la comunicación confiada podremos sentirnos mejor valorados y lograremos un conocimiento más consciente de nosotros mismos, hay que dar antes de comenzar a recibir, solo se cosechan los frutos arando primero.

Se debe actuar con generosidad y tener fe en que lo mejor está por venir, llegará con el tiempo. Como dijo el clérigo Frank Crane:


"Usted puede ser engañado si confía demasiado pero vivirá en el tormento sino confía lo suficiente"

Es el desafío del emprendedor salir de su apoltronado y predecible instante, para disfrutar su ingenio y existencia presente con base en la confianza en si mismo y en los demás para mejorar el mundo.


La economía y la confianza en un mundo incierto.

En el terreno del emprendimiento no existe información sobre los eventos en desarrollo, son únicos e inéditos, es un mundo que corresponde a la incertidumbre, es el campo de las probabilidades que la mente de quien decide se formula en su pensamiento, anticipando hipotéticas secuencias causa efecto, donde todo influye.

El emprendedor decide porque confía, su terreno de existencia no es el de la seguridad, es el de una naturaleza donde las probabilidades de ocurrencia se desconocen. El emprendedor aporta creación social porque no le es posible un comportamiento estratégico en su favor sino tiene una contribución en valor para la sociedad.

La disposición de asumir riesgos por parte del emprendedor tiene una poderosa fuerza creadora, pues favorece la inventiva, la innovación, el progreso técnico y el bienestar. Los países exitosos son aquellos donde hay gente que emprende, que arriesga, que hacen las cosas diferentes, son los emprendedores quienes con sus triunfos y  sus fracasos, aprenden y mejoran, es la verdadera manera de avanzar el en camino de la prosperidad.

Los sistemas sociales son por naturaleza dinámicos y cambiantes, no es la permanencia en el equilibrio, ni la suspensión de su inestabilidad los que garantizan su supervivencia. La democracia y las libertades constituyen los mecanismos auto reguladores de la sociedad y de la economía que en sucesivos ensayos corrigen sus errores y se fortalecen con sus aciertos, de manera que ante la crisis podrán superar los elementos afectados y fortalecerán los restantes al hacerlos más resistentes ente cualquier crisis. No es posible controlar ningún ecosistema natural o social desde sus resultados sino desde la mejora de sus procesos.

Cada ensayo y error es, para quien asume iniciativas bajo incertidumbre, un contenedor donde reposan las fuentes de la superación del error mismo que, bajo el escrutinio riguroso, a la larga se transforma en innovación.


El Socialismo del Siglo XXI: la desconfianza, controles y ruina social.

La apuesta del emprendedor no será posible en un entorno de absoluta seguridad, allí no habrá ningún aliciente para el esfuerzo creador, en un ambiente controlado quizás lo único posible será hacer menos de todo para tener más. Es la perplejidad que surge ante la apuesta del comunismo, de querer brindar toda la seguridad a todos, que por naturaleza todos quieren para si, pero no para los demás, ensayo que termina en la ruina económica y social, en una sociedad de aprovechadores, porque no existe espacio para el progreso y la innovación.

La pretensión de leyes naturales definitivas ha hecho creer que un poderoso aparato regulador puede resolver todos los problemas de la humanidad, esa pretensión se ha transformado en un modo de vida que minimiza todas las prestaciones de los individuos en favor de los intereses de quienes administran los controles y de los otros pocos que contravienen sus propios principios morales. Los hechos nos señalan que las llamadas leyes de la naturaleza lo más que logran son resultados parciales, al mismo tiempo que se transforman de manera fortuita.

El Socialismo del Siglo XXI, al asumir la lucha de clases como principio estratégico para imponer una ideología, ha recreado todo tipo de desconfianza mutua no solo entre emprendedores y trabajadores sino en todos los ámbitos de las relaciones económicas, desconfianza que se ha extendido hasta los accionistas, los empleados, los clientes y los proveedores. Una poderosa ideología de destrucción de valor social.


El Socialismo del Siglo XXI, ha querido controlar todos los aspectos de la vida; desde lo individual, lo económico hasta lo social. Ha concluido en una ruina de un país pletórico de recursos de toda naturaleza. Una de las razones fundamentales en la explicación de esa paradoja es que frente al albur de incertidumbre, la mejor opción es la confianza y no los controles, ni las regulaciones extremas.

Y siguen tratando de estandarizar todo lo que nos rodea porque generan un falso control en el cual nos sentimos seguros ¡nada más lejos de la realidad! La idea de un hombre nuevo, de una homogénea igualdad es vulnerable pues no dispone de un mecanismo auto regulador de daños para sobrevivir ante un fallo diferente e inesperado.


Audio:

[audio http://mx.ivoox.com/es/un-fallo-supremo-socialismo-del-siglo_md_10574832_wp_1.mp3] Ir a descargar



Notas:

Laurence Cornu "La confianza en las relaciones pedagógicas"

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