La paz colombiana y la tragedia venezolana (primera parte)

La Paz Colombiana y la tragedia venezolana

Es fácil en Colombia, y más aún en Venezuela, ser víctima de la iracundia, mucha violencia y demasiada pobreza como situaciones comunes en ambos países. En el caso venezolano es peor, resulta difícil debatir el tema fuera de las pasiones, y más aún, dialogar y llegar a acuerdos.

La carga mediática y falaz, con que se revela el discurso sobre la evidente precariedad institucional de la democracia y el caos económico en el país, es extrema. No hay lugar, donde la descalificación del adversario o del simple interlocutor, sea la regla. Podemos citar ejemplos:

La apelación a un conocimiento superior como recurso de validación:

«Yo no soy un político», «yo soy especialista de la resolución de conflictos», «es mejor que te vayas a dar clases, es tu oficio»

La ofensa a la persona y no la refutación de la tesis:

«Usted es un opinador», «Tu condición de respetabilidad causa daño cuando opinas», «Eres un ignorante sobre el tema», «Los que están en la MUD son un cogollo».

El tema fijo:

«tu análisis deja fuera esta opción por lo tanto no tiene validez», cuando se está precisamente evaluado una en particular y no todas.

Muchos otros recursos tendenciosos se utilizan a diario en el debate político venezolano. Se hace alusión a otras formas organizacionales alternas a la MUD, a los partidos, a las organizaciones, pero en lugar de proponerlas como alternativa, lo que se deriva es el ataque. Cuando menos se debería decir cuál es la estructura propuesta, cómo resolver la cuestión de la genuina representatividad, de qué manera se garantiza la diversidad, la tolerancia, …, la participación. Pero esto último está ausente.

Es difícil tener en claro los efectos de la paz colombiana en Venezuela, porque pase lo que pase en el país hermano, la manera como nos conducimos acá no nos asegura un mejoramiento de nuestra débil y aporreada democracia. En nuestro país el discurso es tan pasional entre quienes defienden la democracia que se olvida quien es el verdadero adversario: el autoritarismo y no nosotros mismos.

Pensamos, de manera no concluyente, pues ni estamos en el vecino país, ni poseemos información crucial que permita validar cualquier hipótesis de trabajo, que un acuerdo de paz es necesario, significativo y conveniente. Ha habido un gran avance, nada más que la reducción de la violencia, del crimen, de la extorsión es un progreso, quizás no sea suficiente, pero se ha formulado una ruta que, puede mejorar y contribuir con el bienestar de la región.

Para Venezuela, es una buena señal, lo malo es que como ocurre con nuestra selección de fútbol, depender de los resultados entre el resto de los competidores en un torneo, no nos hará nunca un buen equipo, pues un buen equipo necesita depender de sí mismo y no de los resultados de los demás. Si nuestro país no ajusta su gobernanza, pasará a ser un aliviadero o lugar de atracción de las BACRIM, independientemente del acuerdo de paz de Colombia.

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